
Por Elena Cucala
Desarrollo de Personas y Organizaciones
Co-founder en Alenta Equipo
A finales de 2021 leíamos que 7 de cada 10 españoles reconocían haber experimentado estrés en el mes anterior, según el IV Estudio de Salud y Estilo de Vida de una entidad aseguradora elaborado con la colaboración del Consejo General de Psicología de España (COP) y realizado sobre una muestra de 1.600 personas.
El 16,5% manifestó haberlo sentido más de la mitad de los días o casi todos los días.
1 de cada 4 personas encuestadas (el 25%) presentaba síntomas compatibles con algún problema de ansiedad o tenía sintomatología ansiosa de algún tipo.
Aunque los datos son, en mi opinión, bastante negativos, no podemos olvidar que el estrés en sí mismo no lo es. Se trata de una respuesta natural del organismo ante aquello que el cerebro evalúa como “peligroso” o “amenazante”. Gracias a ello estamos Ud. y yo leyendo esto ahora mismo, pues esa respuesta de adaptación nos permitió disparar el mecanismo de lucha-huida cuando hace millones de años nuestros antepasados caminaban por la selva y se encontraban ante el famoso león. Cuando el cerebro interpreta algo como peligroso automáticamente se genera una reacción psicofisiológica y nuestro organismo pone en marcha todos los recursos que considera necesarios para hacer frente al “peligro”: aumenta el ritmo cardíaco porque necesitamos bombear más sangre, se acelera la respiración para coger el máximo de oxígeno por si hay que salir corriendo…y el cuerpo que es muy inteligente deriva a un segundo plano algunas sistemas como el digestivo…no tenemos hambre, es prioritario salvar la vida.
Desde que todo esto ocurría en la frondosa selva hasta día de hoy, hemos evolucionado en millones de aspectos excepto en la forma en que nuestros cuerpos hacen frente a lo que el cerebro considera peligroso o amenazante. Lo único que han cambiado son nuestros estresores (ya no son leones pero son más variados: el trabajo, el jefe, los clientes, la hipoteca, la no-conciliación…). Un poco de estrés es bueno. De hecho técnicamente se llama “eustrés” al estrés positivo: ese que nos da la energía necesaria para afrontar el reto. Sin embargo cuando algo nos preocupa y no lo resolvemos en un tiempo prudencial, puede cronificarse y pasar a la fase de consecuencias desagradables. Ese estrés es negativo (“distrés”): nos bloquea, nos paraliza, nos enferma.
Bajo los síntomas del estrés incluso las relaciones con los demás se deterioran; vivimos enfrascados en emociones negativas como la ira, el enfado y el miedo y nuestro lenguaje es negativo, con el impacto que esto provoca en uno mismo y en los demás.
Bajo estas circunstancias, a nivel profesional no podemos dar lo mejor de nosotros mismos: al estar bloqueados somos menos creativos, menos resolutivos y menos eficientes, nos cuesta concentrarnos y estamos más dispersos. Cualquier nuevo reto se convierte en un problema infranqueable.
Si somos responsables de un equipo de personas, nuestro estilo de liderazgo se verá amenazado, pues no puede gestionar a otros quien no es capaz de gestionarse a sí mismo.
No podemos vivir sin la respuesta natural al estrés ni hacerlo desaparecer de nuestra vida, sin embargo sí podemos gestionarlo de otra forma. De un tiempo a esta parte afortunadamente las empresas han tomado conciencia de la importancia que tiene dotar a los equipos de herramientas que les permitan gestionar de una manera óptima el estrés, contribuyendo a incrementar su nivel de bienestar y por qué no admitirlo, su eficiencia.
La gestión del estrés se ha incluido dentro de las llamadas Soft Skills, habilidades transversales imprescindibles para alcanzar el equilibrio personal y profesional, para generar entornos laborales donde las habilidades sociales e interpersonales faciliten el desarrollo de entornos más saludables.
Un estudio reciente de la red profesional Linkedin revela que el 57% de los directivos/as valora más las habilidades blandas que las hard skills y que el 89% de los despidos se producen por “deficiencias” en las soft skills de los profesionales.
Nuestra formación en Soft Skills va incluso más allá de gestionar el estrés cuando el agua ya ha llegado al cuello; ofreciendo la posibilidad de incluir estrategias y nuevos hábitos que permiten vivir con mayores niveles de bienestar físico y emocional aprendiendo a desarrollar la capacidad de vivir en el momento presente a través de la Atención Plena.
En el curso podrás aprender a desarrollar la inteligencia emocional, la creatividad, la capacidad de trabajar en equipo, el liderazgo, la gestión eficaz del tiempo, la atención al cuerpo a través del yoga y la inteligencia corporal y un estilo de liderazgo saludable.
Con un equipo de expertos en cada una de las materias dentro del ámbito empresarial: Marta Palomar, Roberto Regal, Elena Igualada, Kike Algora y yo, misma, Elena Cucala. Será un inmenso placer compartir contigo nuestro conocimiento y experiencia.
Las plazas son limitadas. Más información e inscripciones: